sábado, 18 de octubre de 2008

Asociación de Mujeres Intibucanas Renovadas


Son mujeres lencas que viven en las montañas de los alrededores de La Esperanza, Intibucá y que desde el año 1994 han estado luchando por organizarse para lograr objetivos en común.Sin duda alguna, las mujeres de la Asociacion de Mujeres Intibucanas Renovadas (AMIR), saben que está en sus manos mejorar la vida de sus hijos y la de sus comunidades.

La asociación cuenta con más de 500 mujeres que cooperan para hacer varios productos artesanales y agrícolas. Muchos son para consumo propio, pero su meta es lograr un negocio para contribuir a la economía de sus familias. Elaboran encurtidos, dulces y jaleas de las frutas que se cosechan en la región (fresa, guayaba y durazno) en una pequeña planta y cuentan con varios telares en donde hacen pañuelos, chales y mantas de unos colores muy propios. Además de estas artesanías, el grupo se ha organizado para cosechar maíz en la montaña, en la comunidad de Pueblo Viejo.

Han recibido varios talleres y capacitaciones a través de los años y los frutos de los nuevos conocimientos son visibles, la planta procesadora es una construcción bien edificado que lograron hacer con el aporte de cada asociada y el apoyo de la Iglesia Católica. Los productos los venden en el mercado de La Esperanza y tambien tratan de aprovechar las exposiciones de artesanías en diferentes lugares de Honduras.

Los tejidos de estas mujeres son una expresión muy propia de su cultura Lenca, tienen sus telares en un pequeño edificio de madera en la montaña, en una comunidad que se llama Río Grande. Desde hace un año y medio, se reúnen cada semana para trabajar, hay varias mujeres que se han capacitado y pueden producir 3 chales o 4 pañuelos por día.

El AMIR muestra que ha sido un grupo con propósito y con un mirada hacia el futuro, quieren expandir cada uno de sus iniciativas; en estos momentos tienen planes de agregar una tortillera a la planta, quieren seguir mejorando la calidad y cantidad de telas que producen, además les gustaría poder cosechar la frutas que necesitan para los dulces y jaleas, y les gustaría mejorar la producción de maíz. Se preocupan por el bienestar de sus hijos y están convencidas que el conocimiento es necesario para una vida mejor.

Precisamente, fue gracias a las gestiones que por cerca de dos años realizaron representantes de la AMIR, que para el ciclo escolar 2008 la DDEI autorizó la apertura de dos centros SAT en comunidades donde existen grupos de la AMIR. Esta colaboración entre CIDICCO la AMIR y la DDEI ha permitido crear una oportunidad de educación formal para jóvenes que de otra manera no tendrían ninguna posibilidad de continuar sus estudios secundarios.

CIDICCO pretende hacer una contribución a la reducción de la pobreza integrando la educación de la Juventud con la activación económica de las familias de estos jóvenes fortaleciendo las capacidades de los participantes y promoviendo la gestión sostenible del agua, suelos, bosques, semillas y expresiones culturales de la región.

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